REGLA DE ORO

Es triste ver cómo de un tiempo para acá todo es causa de burla, que si se vistió de tal forma que si fue algún lugar, que si se junta con no sé quién, que si se puso tal calzado, que sí dijiste que sí, que si te negaste, etc., etc., etc., a todo le encuentran algo para criticar, juzgar, ofender, hacer sentir mal, herir de una u otra forma a otros; incluso porque usamos diferentes palabras para expresar algo, para algunos significa que está mal dicho (tal vez sí) pero ese no es el punto, solo significa que tenemos un vocabulario diferente, para expresar el mismo enunciado o para querer decir lo mismo que tú dirías, claro, usando otras palabras, así que por qué juzgar, señalar, a alguien por el hecho de no usar nuestras mismas palabras o formas.

Dicen que debemos ser nosotros mismos, pero, cómo serlo, pues si hasta eso les molesta y encuentran cualquier detalle, por muy insignificante que parezca para criticar, hacer un meme ofensivo, para reírse de los demás, para lastimar.

Olvidamos el respeto hacia los demás, olvidamos pensar antes de actuar o decir, olvidamos la regla de oro: “no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”.

No sé si es envidia o si la mayoría de los corazones ya están tan podridos, que han dejado de sentir amor, compasión, respeto. No lo sé, pero es triste y lamentable el rumbo que esté mundo está tomando, sé que todo irá de mal en peor, pero al menos tratemos de que no quede en nosotros ser mejores personas y por difícil que parezca, marcar alguna diferencia.

En ocasiones no vemos la gravedad de nuestros actos o palabras, hasta que nos lo aplican a nosotros y los papeles se invierten, entonces ahí sí podemos percatarnos de lo cruel, ofensivo o hiriente que es tal acción u omisión; cuando nos toca sentirlo en carne propia, es ahí cuando nos damos cuenta de lo doloroso que pudiera ser para otros; lamentablemente no somos capaces de ver y/o admitir, que somos nosotros los causantes de un dolor intenso en otras personas y mucho menos asumir la responsabilidad; pero cuándo es al revés, cuando es tu turno de sentirlo, ¿Cómo actúas? ¿Cómo reaccionas? ¿lo tomas como te hubiera gustado que la otra persona lo hiciera?, en realidad cuando somos nosotros los causantes esperamos que no le den tanta importancia, incluso decimos: “no es para tanto, no exageres”, cuando seguramente sí lo fue, lo es; cambiemos los papeles, que importancia le darías tú cuando es a ti a quien le toca estar en el lugar del lastimado, burlado u ofendido, cuándo te aplican lo que tú le has hecho a otros, ¿Cómo reaccionas? Te sigue pareciendo algo sin importancia, algo que no es para tanto.

 Deberíamos pensar más en los demás, en especial si decimos apreciarlos, deberíamos evitar lastimarlos o al menos asumir la responsabilidad cuando lo hacemos, ya sea intencional o no, y como mencioné anteriormente, pero dicho de otra forma, aplicar la regla de oro: “haz por los demás como te gustaría que hicieran por ti” o “trata a otros como te gustaría ser tratado”, una simple frase, una sencilla regla que muchas veces se vuelve difícil en llevarla a cabo, para algunos; es fácil de pronunciar, pero, difícil de aplicar. Creo que muchas cosas cambiarían en este mundo si más personas lo pusieran en práctica.

El cambio comienza con y en uno mismo, quejarse no soluciona nada, hacer algo al respecto sí. Muchas veces el error no está en el otro, sino en nosotros mismos; en otras ocasiones, vemos en el otro lo que debemos cambiar en nosotros y sí, hasta eso nos llega a molestar y la agarramos contra aquel inocente. Aprendamos a ser humildes, reconocer nuestros errores e incluso a disculparnos; aprendamos a hablar, pero también a escuchar. El silencio no soluciona nada, pero los gritos y agresiones menos, hay que aprender a convivir y comunicarnos con madurez, sin juzgar, sin ofender, sin lastimar, sin humillar. Cada quien es responsable de sus actos y de las consecuencias de los mismos y por supuesto, también de lo que ocasionamos en los demás.

Ah y no olvidemos, LA REGLA DE ORO.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

UN POCO DE MÍ

DECISIONES

CONSECUENCIAS